Esta maravilla geológica la descubrieron a finales de 1999 miembros del Grupo Mineralogista de Madrid (Efrén Cuesta, junto a su hermano, padre y otros compañeros) mientras recorrían la abandonada Mina Rica, en el municipio almeriense de Pulpí, a unos 50 metros de profundidad. Entraron por primera vez el 1 de enero del 2000.